Se encogió como si la hubiesen lavado con agua tibia. Estaba apichonada en un rincón, con las rodillas contra el pecho. Balbuceaba una canción latina. De amor.
El rechinar de las ruedas contra las vías provocaba un movimiento que le hacía cosquillas. Tenía casi la misma sensación del amor; y las mariposas estomacales.
Una vez por semana viajaba en subte para enamorarse.
1 commentaire:
Una vez por semana nomás....
Y es tan lindo viajar en subte...cuando te ponés a pensar...
hola wa...cómo estás...
por aquí todo bien....
un poco solo
un poco acompañado..
nos vemos!
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