Se prende fuego, arde, como una vela.
Tal vez, estemos escasos de tiempo.
El tiempo, seductor eterno de nuestros pasos. Como aquél jovencito que desabrochaba souttienes sin que las damas lo notasen.
Con estos estúpidos relojes no vamos a controlar el tiempo. Ni vos, ni yo, ni nadie. Algo tan poco palpable que paradójicamente se nos va de las manos a cada momento. Y nos roza la nuca mientras se aleja. Nos cambia la cara, el cuerpo y las manos. Nos cambia la voz, las esperanzas y hasta altera nuestros proyectos.
Ni vos, ni yo, ni nadie va a detener esto. No podremos pedir una extensión, no podremos pedir un plazo más. No nos va a alcanzar el tiempo. Siquiera vamos a notarlo.
Podemos pasar demasiadas tardes discutiendo el orden en que vamos a llevarnos adelante en la vida; y de todos modos estaremos regalándole mucho tiempo al tiempo. Ladrón eterno de pedacitos pequeños de la vida completa de la gente. Maldito tiempo, y yo sin reloj.
6 commentaires:
Me parece rápido
y a veces lento,
el tiempo.
Y otras que pienso
y siento,
que creo.
Te entristese los ojos.
Muy lindo lo que escribis. Muy real.
Casi tragico.
Hace tiempo que dejé de prestarle atención al tiempo. Me saqué el reloj y ahora todo es mucho más fácil. Eso, sumado a que empecé a desabrochar souttienes a lo loco. Me encanta.
Tony: tic tac.... tic tac... mirá como pasó!
Fede: es medio trágico, medio poco, y medio lindo. Gracias por el halago.
Mono: ¿y qué técnica de desabroche usa? ¿La de una o la de dos manos?
Con una mano desabrocho el souttien y con la otra armo un cubo Rubik. Es una cosa de locos. Ver para creer.
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