mardi, juillet 12, 2005

Hoy sí puedo escribir




Hoy tengo sobre mi escritorio [a mi izquierda] un vaso rojo de poder, pasión y sangre, lleno de un verde radiactivo, un verde menta licor.
Hoy tengo sobre mi escritorio [a mi derecha] un azul pocillo de vidrio, ese azul que en una hora más rebalsará de cenizas, de palabras escritas que han nacido siamesas; después de un parto mental que no duele, no sangra, sólo quema, y hace que el escribiente sonría.
Hoy tengo en mis oídos el “ruido” que amo, el sonido de la música que gusto escuchar cuando estoy sola, y el silencio. Sentado un metro detrás de mí.
Hoy tengo un patchouli intenso en los pulmones, un incienso y un jazmín. Olor a vela derretida, olor a penumbras.
En mis dedos, estas suaves teclas de letras sucias, roídas por las huellas de su ama, que las ama. Con el alma.

Sentidos sintiendo, corazón latiendo, teclas tecleando. Palabras que salen, viajan con la vista y se plasman en la pantalla como si las manos fueran el cerebro en mi cuerpo. No pienso, dejo fluir, dejo ser, dejo serme. Y soy, así soy y estoy. Sentada frente a mi aliada, mi princesa partera que retiene mis hijos, mis hijas, mis siameses.

Éxtasis, todo el tiempo vivo el éxtasis. NO. Nadie está hablándote de drogas, de lo que te hablo (hoy), es del fluir de las palabras, te hablo de cuando escribo, de cuando el sonido ambiente, el adrede y el natural se unen; te hablo de cuando cruzo mis largas piernas (me tomé el trabajo de medirlas y orgullosa caminar mis noventa centímetros de piel y hueso, de mujer) frente a mi confesor; te hablo de cuando me hablo y no paro, y mis manos se mueven sobre las teclas sin pedir permiso al “jefe”.

Y te confieso, al final de cada parto, cuando ya miles de hijos salieron de mi mente, sonrío. Sonrío como una madre orgullosa de sus hijos, como una madre primeriza, como una jovencita inocente y desgraciada, como una zorra y como una bruja vil, malvada bruja.

Me detengo un segundo, tengo manos obedientes y bien disciplinadas. Canto alto el estribillo, ahí viene… sonrío porque escucho mi selección de la noche, sonrío porque sé que esto me hace bien. Sonrío, y estoy feliz.

Ahora, el primer cigarrillo. Lo prendo, lo dejo reposando en el azul vidrio. Rebobino la filmación del parto, la miro. Escucho y canto. Más alto. Más sonriente. Beso mi cigarro una vez más, lo dejo descansar un momento. Me distraigo mirando el humo.

A veces pienso que el humo es una gran galaxia, llena de seres pequeñísimos. Una galaxia en la que cien años luz pasan en un segundo terrestre. Y desaparece, y se extingue. Hasta el próximo cigarrillo. Cierro los ojos.

Junto mis piernas sobre la silla y mientras fumo, con los ojos cerrados, imagino cada escena de la canción que escucho. Estoy dispersa, tranquila y sonriente.

Recuerdo las noches en casa, años atrás (no muchos). Noches enteras pariendo palabras siamesas, teniendo hijos e hijas, escuchando mi ruido amado, oliendo a vela derretida, besando galaxias y cantando a gritos. Y bendigo la noche en que comencé a escribir.

lundi, juillet 11, 2005

Toque de queda

Con los cinco sentidos al filo, con el alma en el abismo, con las manos enredadas, con la luna a tus espaldas.


Una camisa holgada me hizo desplegar mis brazos hacia el abismo. Sensación despechada de idolatrada serenidad. Y liviandad. Tobillos flojos, el pelo revuelto, la piel sedosa, los dedos separados. Separada yo también, separada del suelo, sin cable a tierra, sin roce cansado de pies y piedras. Sin dolor, liviana y sonriente.

La humedad de un cuerpo de mujer me hizo perder la calma. Perderme con una camisa holgada pareció una buena idea, sentirme parte del aire, sentirme parte de todo y a la vez no sentir nada, eso es lo que elegí.

Buscaba siempre la vibra, lo que es inerte al olfato, lo que es insensible al tacto. Me reía tanto, me reía mucho. Soñé con la cara de un hombre que lloraba por mí. Soñé que lo rechazaba, esperando siempre un espécimen que jamás va a estar aquí. Desperté sonriendo y, sin embargo, volví a acostarme para seguir soñando.
No logro dar con tu voz, no logro encontrarme a mí misma en tus sueños. Y no logro unirme al suelo, tocar la tierra. Y soy feliz, de repente me doy cuenta que encontré lo que busqué por tanto tiempo. Solo quería ser feliz, ponerme mi camisa holgada y volar sobre el bosque, volar alrededor de mis sueños.

lundi, juillet 04, 2005

# # GRIPE # #

Gripe que te mata, gripe que te encama, gripe que te atrapa, no te suelta y te aplaca

Cama, jarabe, pastillas y un termómetro que marca temperaturas que dan dolor de cabeza.
Tos, gripe y cama.
Reposo... escribe dama, escribe y empuja tu alma al alba.
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