jeudi, septembre 29, 2005

Desesperada de algodón

¿Dónde están mis hijos?

Estaba inspirada pero la idea se le voló con un sacudón de toalla de algodón en la cabeza, ese que tratando de secarle el pelo le arruinó la existencia. Era su mejor idea, la que iba a salvarle la vida; vendería millones y sin dudar, sería reconocida por el mundo entero. Tenía una idea, y sin embargo, no tenía más nada.
Decidió volver a la ducha, hacer los mismos movimientos que recordaba haber hecho. Pensaba que si repetía todo al pie del recuerdo, hasta sus pensamientos, lograría recuperar su valioso tesoro; el que se evaporó con las gotas de agua que la toalla había secado.
Entró a la ducha con la ropa interior puesta, tal y como lo había hecho hacía media hora; abrió el agua y la dejo salir caliente al principio, para luego regularla a tibia. Enjuagó su pelo, se puso el shampoo, silbó bajo un tema de Páez y al llegar al estribillo... si, fue en ese momento en que se le había ocurrido la idea, fue en ese momento en que la musa decidió posarse en su mente y tomar la voz de su inconciente para decirle al oído algo que le daría pie a pensar la idea más brillante de su vida.
Pero no.

No hubo caso; intentó nuevamente desde el principio, entró a la ducha, el agua caliente, luego fría, el shampoo, la canción, y nada. Parecía la burla misma de esos ángeles misteriosos que nos regalan un poco de su alma para que nos inspiremos.

Ella quiso ser brillante, estaba segura de que si recordaba lo de esa noche en la ducha, sería una muchacha muy afortunada.

Al día siguiente se levantó de la cama y justo cuando estaba a dos centímetros de apoyar un pie en el suelo del baño, recordó que había olvidado desenchufar la radio antes de entrar a bañarse. Y es que estaba tan despreocupada escuchando a Páez, que olvidó el disco en el equipo y creyó haber estado silbando sola.
Toda su fastidio, a causa de la inspiración perdida, había sido solo producto del shock eléctrico que sufrió justo antes de empezar a silbar el estribillo.

Su madre la encontró tirada en la ducha tres días después. El agua ya se había evaporado y el disco de Páez no dejaba de girar. Los peritos médicos dijeron que había muerto de un paro cardíaco.

dimanche, septembre 25, 2005

La última temporada

La lluvia mojó mis pies.
Mis lágrimas tu balcón.
El cielo se fue nublando
y de momento todo aclaró.

Los ojos de un buen señor
me enseñaron a ver la luz
busqué detrás de tu oreja
y no encontré más que pus.
VERDE, VERDE, VERDE.

Como el pasto, como un árbol,
como el moho podrido en tu baño.
Como el corazón del difunto...
...y sus gusanos.

La última temporada se llevó el brillo del sol.
A cambio, me trajo flores en ramo.
A cambio, le di mi alma.
A cambio, me arrancó un mechón.

En cambio,
por las noches se aferró buscando el "stop", que le traiga por un rato la realidad anterior.

Una temporada más, una que ya pasó. Tres cuartos y bucanera, un wisky... o tal vez ron.

Tal vez mañana te cuente, del cuento que olvidé hoy.
Tal vez mañana me encuentre, sentada en un escalón.
No me preocupa si es arriba o abajo, no me preocupa mirar al sol.
La última temporada, a cambio, me traerá anis y vainilla; romero y albahaca; confite y turrón.

lundi, septembre 05, 2005

Báñate, por el amor de...SHAKESPEARE!

Romances de antaño que viajan desde las letras plasmadas hasta tu más recóndito rincón cerebral. Allí, donde el inconciente trabaja como un minero, allí se esconden los amores y desamores, el desencuentro y la felicidad del viento cuando roza tus mejillas.
Leí sobre un amor, sobre una muerte y la triste imagen capturada en la retina del herido.
¿Puede alguien morir de amor?, ¿Existe la muerte por tristeza?... ¿O será simplemente este meloso texto que no me deja en paz?.
Quitaos vuestros sucios mensajes subliminales del inconciente... y bañaos... ¡Por el amor de Shakespeare!
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