Estaba inspirada pero la idea se le voló con un sacudón de toalla de algodón en la cabeza, ese que tratando de secarle el pelo le arruinó la existencia. Era su mejor idea, la que iba a salvarle la vida; vendería millones y sin dudar, sería reconocida por el mundo entero. Tenía una idea, y sin embargo, no tenía más nada.
Decidió volver a la ducha, hacer los mismos movimientos que recordaba haber hecho. Pensaba que si repetía todo al pie del recuerdo, hasta sus pensamientos, lograría recuperar su valioso tesoro; el que se evaporó con las gotas de agua que la toalla había secado.
Entró a la ducha con la ropa interior puesta, tal y como lo había hecho hacía media hora; abrió el agua y la dejo salir caliente al principio, para luego regularla a tibia. Enjuagó su pelo, se puso el shampoo, silbó bajo un tema de Páez y al llegar al estribillo... si, fue en ese momento en que se le había ocurrido la idea, fue en ese momento en que la musa decidió posarse en su mente y tomar la voz de su inconciente para decirle al oído algo que le daría pie a pensar la idea más brillante de su vida.
Pero no.
No hubo caso; intentó nuevamente desde el principio, entró a la ducha, el agua caliente, luego fría, el shampoo, la canción, y nada. Parecía la burla misma de esos ángeles misteriosos que nos regalan un poco de su alma para que nos inspiremos.
Ella quiso ser brillante, estaba segura de que si recordaba lo de esa noche en la ducha, sería una muchacha muy afortunada.
Al día siguiente se levantó de la cama y justo cuando estaba a dos centímetros de apoyar un pie en el suelo del baño, recordó que había olvidado desenchufar la radio antes de entrar a bañarse. Y es que estaba tan despreocupada escuchando a Páez, que olvidó el disco en el equipo y creyó haber estado silbando sola.
Toda su fastidio, a causa de la inspiración perdida, había sido solo producto del shock eléctrico que sufrió justo antes de empezar a silbar el estribillo.
Su madre la encontró tirada en la ducha tres días después. El agua ya se había evaporado y el disco de Páez no dejaba de girar. Los peritos médicos dijeron que había muerto de un paro cardíaco.
Decidió volver a la ducha, hacer los mismos movimientos que recordaba haber hecho. Pensaba que si repetía todo al pie del recuerdo, hasta sus pensamientos, lograría recuperar su valioso tesoro; el que se evaporó con las gotas de agua que la toalla había secado.
Entró a la ducha con la ropa interior puesta, tal y como lo había hecho hacía media hora; abrió el agua y la dejo salir caliente al principio, para luego regularla a tibia. Enjuagó su pelo, se puso el shampoo, silbó bajo un tema de Páez y al llegar al estribillo... si, fue en ese momento en que se le había ocurrido la idea, fue en ese momento en que la musa decidió posarse en su mente y tomar la voz de su inconciente para decirle al oído algo que le daría pie a pensar la idea más brillante de su vida.
Pero no.
No hubo caso; intentó nuevamente desde el principio, entró a la ducha, el agua caliente, luego fría, el shampoo, la canción, y nada. Parecía la burla misma de esos ángeles misteriosos que nos regalan un poco de su alma para que nos inspiremos.
Ella quiso ser brillante, estaba segura de que si recordaba lo de esa noche en la ducha, sería una muchacha muy afortunada.
Al día siguiente se levantó de la cama y justo cuando estaba a dos centímetros de apoyar un pie en el suelo del baño, recordó que había olvidado desenchufar la radio antes de entrar a bañarse. Y es que estaba tan despreocupada escuchando a Páez, que olvidó el disco en el equipo y creyó haber estado silbando sola.
Toda su fastidio, a causa de la inspiración perdida, había sido solo producto del shock eléctrico que sufrió justo antes de empezar a silbar el estribillo.
Su madre la encontró tirada en la ducha tres días después. El agua ya se había evaporado y el disco de Páez no dejaba de girar. Los peritos médicos dijeron que había muerto de un paro cardíaco.