Él también quería enamorarse.
Quería enamorarse.
De nuevo.
De ella.
Ella había dado el manotazo.
El manotazo de ahogado.
Por él.
Él había decidido alejarse.
Alejarse e irse lejos.
De ella.
Ella había intentado entenderlo.
Entender la locura suya
no era posible.
Él creyó en otro amor.
Otro pequeño amor.
Irreal.
Ella empezó a enamorarse.
Enamorarse casi perdidamente.
De un amarillo.
Él estaba cegado por la juventud.
Quería convencerse del amor.
Que aún no había muerto.
Ella miró hacia otro lado.
Y recorrió un nuevo camino.
Donde el sol era destino.
Él había intentado olvidarla.
Olvidarla sin éxito.
A ella.
Él se dio cuenta, había perdido cuenta
que el amor que tanto buscaba,
estaba en ella.
Ella también quería enamorarse.
Quería enamorarse.
De nuevo.
De otro.
Quería enamorarse.
De nuevo.
De ella.
Ella había dado el manotazo.
El manotazo de ahogado.
Por él.
Él había decidido alejarse.
Alejarse e irse lejos.
De ella.
Ella había intentado entenderlo.
Entender la locura suya
no era posible.
Él creyó en otro amor.
Otro pequeño amor.
Irreal.
Ella empezó a enamorarse.
Enamorarse casi perdidamente.
De un amarillo.
Él estaba cegado por la juventud.
Quería convencerse del amor.
Que aún no había muerto.
Ella miró hacia otro lado.
Y recorrió un nuevo camino.
Donde el sol era destino.
Él había intentado olvidarla.
Olvidarla sin éxito.
A ella.
Él se dio cuenta, había perdido cuenta
que el amor que tanto buscaba,
estaba en ella.
Ella también quería enamorarse.
Quería enamorarse.
De nuevo.
De otro.