Un tampón a punto de dinamitarse y un discurso facho promoviendo una reelección. Sin comentarios, sin coincidencias. Tal vez antítesis o simplemente la paradójica imágen de un Buenos Aires que me recibe con fiaca de mañana pero mucho bochinche para acompañarme. No quiero terminar este texto lléndome por las ramas. El subte pasa, el sesenta vino, subí y me voy. Vámonos.
Ushuaia conmigo.
Un beso francés de romance clásico; un beso francés impulsivo, robado; un beso francés en Buenos Aires, o en Ushuaia; un beso francés que descubre el horror del amor; y mata fantasmas que no quieren irse; y recibe otros que van a quedarse. Ese que se pierde en el bosque, y detrás de la oreja de cualquier nube. El que roza los labios y la piel, y fertiliza el territorio haciéndolo suyo. Haciéndolo húmedo.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire