San Valentín

Prometen amor.
Prometen amor.
Regalan flores, bombones, cenas, días de spa.
Se florean por las calles como si fuese el primer día.
Prometen estrellas.
Prometen lunas.
Se prometen.

Un día.
Un día para prometer y amar.

Me pregunto, ¿con eso les alcanza?

¿Qué carajo es el amor?

No, el amor no es el catorce de febrero.
No, el amor no es una flor, ni la luna, ni las estrellas.
Es algo más, me parece.

Entonces, ¿porqué se ponen tan insoportables el catorce de febrero?

A ver si nos dejamos de joder con la globalización y esta estúpida manía de convertir todo lo sentimental en algo comercial.
A ver si nos dejamos de joder un poco con el materialismo, con la exigencia, con la poca inteligencia emocional.

A ver si nos dejamos de joder y nos amamos de verdad todos los días.
Nos regalamos sonrisas y nos prometemos cuidarnos de verdad, todos los días.
A ver si nos volvemos más reales de una vez por todas, y dejamos la paparruchada.
A ver si empezamos a amar de verdad, a querer de verdad, a ser un poco más reales.

El día de la madre, del niño, del padre, del abuelo, la secretaria y tanta sarta de pavadas.
Todos los días son el día.
Todos los días se ama.
Todos los días se quiere.
Todos los días se abraza.
Todos los días se cuidan.
Y se disfrutan. Como si fuera el único. Como si fuera el último.