Si de reacciones y acciones hablamos, hoy ocurrió algo extraño.
Desperté y en mi mano, había guardado un sueño gastado.
Gastado, pensé. Gastado como ese viejo pantalón que caminó cuadras eternas buscando lo privado, lo que nunca se había inventado.
Gastado, repetí para mis adentros. Gastado como ese lápiz que aún no se cansó de escribir palabras torpes.
Torpes, me dije. Tan torpe como mi última caída, después del penúltimo tropiezo que tuve inviernos atrás.
Torpes, como mis comentarios desubicados sobre la misteriosa vida de una estrella de la vía láctea.
Una estrella, dos, tres. Son las tres de la mañana.
Son las tres de la mañana y un minuto, y un segundo.
Sólo un segundo.
Y acción.
Desperté y en mi mano, había guardado un sueño gastado.
Gastado, pensé. Gastado como ese viejo pantalón que caminó cuadras eternas buscando lo privado, lo que nunca se había inventado.
Gastado, repetí para mis adentros. Gastado como ese lápiz que aún no se cansó de escribir palabras torpes.
Torpes, me dije. Tan torpe como mi última caída, después del penúltimo tropiezo que tuve inviernos atrás.
Torpes, como mis comentarios desubicados sobre la misteriosa vida de una estrella de la vía láctea.
Una estrella, dos, tres. Son las tres de la mañana.
Son las tres de la mañana y un minuto, y un segundo.
Sólo un segundo.
Y acción.