Un beso francés de romance clásico; un beso francés impulsivo, robado; un beso francés en Buenos Aires, o en Ushuaia; un beso francés que descubre el horror del amor; y mata fantasmas que no quieren irse; y recibe otros que van a quedarse. Ese que se pierde en el bosque, y detrás de la oreja de cualquier nube. El que roza los labios y la piel, y fertiliza el territorio haciéndolo suyo. Haciéndolo húmedo.
lundi, mai 16, 2005
Tal vez puedo mentirte
Tengo un gusto extraño en la boca, sabe a cigarro, sabe a nostalgia, sabe a algo, seguramente.
Malos augurios, no sé de qué se trata. En ocasiones siento que las cosas van a tornarse de color negro en cualquier momento. Por lo general así sucede. [Por lo general, lo cual no quiere decir que siempre suceda, ok?]
Ok, entiendo, comprendo, escuché con atención tus palabras, basta. No repitas, no insultes, no me levantes la voz, no me grites.
No me grites o te grito. Si me gritás, te vas.
Te fuiste.
Corrí atrás tuyo como una gacela. Pensé que el aire de mis pulmones iba a salirse por mis poros, pensé que me moría.
Tal vez, tal vez he muerto y no me di cuenta, y no te diste cuenta. Tal vez estamos muertos y no queremos aceptarlo. ¡Qué tema ese!, ¿No?. Morir, o no morir, esa es la cuestión. ¿Porqué Shakespeare no habló de ese dilema directamente y dio tantas vueltas jugando con el amor y la muerte, los imposibles?
Conocí un chico que hace decálogos, tiene su rincón también [www.eldecalogodiario.blogspot.com].
Tiene un corazón también, y dos piernas, dos brazos, unos labios de rodocrosita, una piel de marfil y pies de caminante. También tiene sueños, y nostalgias. Tiene gusto a cigarrillo en la boca, tiene olor a paz y voz de miel.
En cambio yo.
Tengo miedo de morir, tengo miedo de vivir. Más miedo a los muertos que a los vivos y más mañanas frías con café con leche, que tardes de mate cocido. Tengo dos manos, diez dedos, uñas roidas por la tímida impresión que me causa la vida. Tengo un corazón, y mi rincón de cosas viejas. Tengo un baúl que compré en San Telmo, lleno de juegos que nunca más voy a jugar. Tengo un hermano, un sol, y dos padres, una luna.
Tengo lluvia y tengo nieve, tengo frío. Tengo una frazada de lana negra y roja que me encanta. Tengo una almohada que me cuenta cuentos para que duerma bien.
Y sin embargo a veces, creo no tener nada.
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