¿Dónde estamos cuando aún no nacimos?, digo. Imagino un depósito de gente que aún no existe.
No, sin números de por medio, sin documento ni identificación alguna. Sin nada. Pelados. En piel. Desnudos.
Libertad dentro de los parámetros permitidos por el depósito. Libertad luego concebida como algo cuasi-cósmico, al nacer.
Recuerdo la canción que pasaban en el hospital el día que nací. Si, ya lo he dicho; lo repito, lo recuerdo. El instante en que perdí mi libertad, el instante en que la conseguí.
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